domingo, 3 de marzo de 2013

Trucos fáciles para días duros


 

Trucos fáciles para días duros Un gol de Hernán, en el minuto 93 y tras un saque de esquina, permite a la UD Las Palmas rescatar un punto ante el Barça B (3-3)

     

Martín Alonso Frente a la superioridad del FC Barcelona B, repleto de talento individual y soberbio en el manejo de la pelota para triturar rivales condenados a perseguir sombras, ayer a la Unión Deportiva Las Palmas no le quedó otra que tirar de trucos fáciles para resistir en pie en una jornada en la oficina muy dura. En un partido con mil caras, transformado en una montaña rusa que el filial azulgrana agitaba cruelmente a su antojo, un gol de Hernán en el minuto 93 permitió al conjunto de Sergio Lobera rescatar un punto (3-3). Fue tras un saque de esquina botado sin mucha ciencia, con un balón colgado al área en busca de un premio que llegó por una simple cuestión de fe.
Inferior en cuestiones futbolísticas después de que el adversario, durante muchos minutos, le pintara la cara y tras quedar a merced de una pandilla de futbolistas tan descarados como talentosos que pudieron liquidar el encuentro en 25 minutos de juego sublime (del 45 al 70), la UD Las Palmas encontró convicción interior para igualar dos veces un resultado adverso. El detalle, tal vez intrascendente en medio de todas las circunstancias que compusieron el resultado final del duelo, no es un asunto menor y dice mucho de la plantilla que entrena Sergio Lobera, un grupo para el que rendirse no parece ser una opción.
La convicción no fue la única buena señal que dejó la UD Las Palmas en su envite con el Barça B. Con Murillo, Vitolo y Thievy de baja por sanción varios jugadores aprovecharon la ocasión para levantar la mano, reclamar un poco de atención y solicitar más presencia en las alineaciones del técnico aragonés. Fue precisamente Tato, uno de los jugadores elegidos por Sergio Lobera para recomponer su once titular, el protagonista en los primeros minutos del partido.
Nada más empezar el encuentro, cinco minutos después del pitido inicial, Chrisantus habilitó con un buen pase al hueco a Tato para que la última incorporación de la UD Las Palmas se colara en el área, dejara en el sitio a Planas con un recorte limpio y transversal y, ya libre de marca, se citara en duelo con Oier. Ahí, en el arte de rematar la faena, el chut del delantero salió ligeramente desviado para alivio del guardameta rival.
El escenario del primer acto, con los planes de ambos equipos expuestos sobre el césped, parecía satisfacer tanto a la UD Las Palmas como al Barça B. El conjunto amarillo aparentaba sentirse cómodo sin la pelota, siempre dispuesto para lanzarse en busca de la portería contraria a la mínima oportunidad de trazar un contragolpe, mientras que el filial azulgrana lucía en apariencia como confortable con la pelota bajo control.
Conexión entre Momo y Tato
En medio de esa aparente rutina, la UD Las Palmas golpeó primero. Fue en el minuto 20, cuando Momo se descolgó por la banda derecha para lanzar un pase perfecto que encontró el desmarque de Tato en el corazón del área. El centro dibujó una parábola perfecta, pero allí, justo en la zona roja, donde las decisiones de los futbolistas disparan o devalúan su cotización, Tato se inventó un control que valió más de medio gol. El delantero murciano, que sustituyó en el once a Thievy, pinchó la pelota, la bajó al suelo, la orientó y batió a Oier en un par de movimientos (1-0, min. 5).
El gol envalentonó a la UD Las Palmas, que de golpe se creció. Un instante después, Chrisantus se buscó las habichuelas por su cuenta para poner a prueba a Oier, que detuvo con cierto apuro el disparo desde la frontal del área del atacante nigeriano, casi siempre ajeno al juego colectivo de su propio equipo, casi siempre melancólico en ataque y casi siempre presente como un elemento extraño.
Aún así, disperso en su propio mundo, Chrisantus fue el protagonista de una jugada que pudo finiquitar el partido. En el minuto 42, Momo volvió a encontrar un hueco por el que enviar otro buen balón al área desde la banda derecha. Allí, en el segundo palo, apareció el jugador africano para cabecear y superar al arquero visitante. En una acción legal, con Macky Chrisantus en posición correcta, el asistente señaló fuera de juego y Vázquez Figueroa anuló el tanto.
La primera mitad, espesa en juego y rica en gestos y destellos, aún dio para más. Con las manecillas del reloj clavadas en el minuto 45, Rafinha dio oxígeno al Barça B tras un saque de esquina. El centrocampista brasileño batió a Barbosa, de cabeza, tras perder de vista a su marcador, cruzar el área pequeña y rematar el balón sin oposición (1-1, min. 45).
El gol del empate y el tiempo de descanso enviaron el partido a otro ciclo. Y lo que vino después fue una exhibición de talento, de recursos para jugar al fútbol y para ganarse la vida con la pelota como herramienta protagonizada por los futbolistas del Barça B. Tras la reanudación, las circunstancias que impuso el filial azulgrana organizaron el juego, aunque fue el imprevisto lo que decidió el resultado.
A partir de ese momento, cuando el árbitro decretó el inicio de la segunda parte, todo lo pasó dentro de la cancha tenía como origen las botas de Rafinha. Inmenso en el aspecto físico, capaz de cubrir con amplitud varias parcelas del campo, el hijo de Mazinho se quedó con la pelota y empezó a lanzar a sus delantero contra la portería de Mariano Barbosa.
Por allí, por las inmediaciones del área de la UD, Deulofeu se dejaba caer para dar siempre sensación de peligro. Cuando podía, el delantero del Barça B trazaba algún desmarque lleno de mala intención; a la mínima oportunidad, el máximo goleador de la categoría dibujaba alguna diablura rodeado de rivales; y al mínimo despiste de la zaga local, la penúltima perla de la cantera azulgrana soltaba un caño por aquí, un regate imposible por allí o un cambio de ritmo por allá.
Durante 25 minutos, la UD estuvo condenada a perseguir sombras. Ni olió la pelota ni tuvo una oportunidad para frenar el vendaval. Todo sucedía porque quería el Barça B, que bailó al equipo amarillo sin ningún tipo de respeto, con la insolencia que da el talento y la juventud. Así, diez minutos después de la reanudación, Luis Alberto se topó con el palo tras una acción individual que, con todo a favor tras el rechace, no pudo rematar Joan Román. Poco después, en el minuto 55, el poste repelió otro duro disparo de Rafinha.
El meneo, considerable, se transformó en ventaja en el minuto 70, cuando Deulofeu, en un palmo de terreno, cambió de ritmo, aceleró y dejó atrás a Dani Castellano para entrar en el área y, de tiro cruzado, superó a Mariano Barbosa, que fió toda su suerte a cubrir el palo corto (1-2, min. 70).
El tanto, y probablemente un ataque de orgullo, espolearon a la UD Las Palmas, que encontró algo de fuerza en la reserva para presionar con más energía al Barça B, un rival que por su propia naturaleza es incapaz de plantearse ni siquiera la posibilidad de replegar líneas, retroceder metros y trabajar sólo para cerrar el encuentro.
En medio de la ingenuidad azulgrana, Nauzet vio un hueco detrás de la zaga visitante donde lanzó un balón que cazó Tato. Con el delantero de la UD lanzado, a Oier sólo le quedó un recurso para frenar la situación: hacer penalti, una pena máxima que lanzó Nauzet, que paró Bañuz -sustituto de Oier- y que el propio Nauzet remató con sangre fría (2-2, min 80).
Roto el encuentro, con el caos como común denominador, Deulofeu no desaprovechó un error de bulto de Juanpe, que midió mal su salto y un balón largo, para volver a batir con suficiencia a Barbosa (2-3, min. 87). Después de eso, la UD sólo encontró consuelo en la fe de Hernán. Y eso, después de sufrir al Barça B, no es poco.

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